Adiós a los tratamientos caros: Cómo dejé el masaje

Por Emily R.

Hablemos de dinero un momento. En concreto, de la pequeña fortuna que solía gastar en masajes y visitas al quiropráctico. No me malinterpreten, ambas pueden ser increíblemente beneficiosas. Pero cuando se lidia con problemas crónicos de cuello y hombros como los que yo tenía, esas facturas se acumulan rápidamente.

Siendo sincero: estaba atrapado en un círculo vicioso. El estrés laboral me generaba tensión, reservaba un masaje o una cita con el quiropráctico para aliviarme, me sentía mejor un rato y luego volvía a empezar. Mi bolsillo no estaba contento.

Aquí hay un desglose aproximado de lo que estaba gastando:

  • Terapia de masajes: $80-$100 por sesión, 2-3 veces al mes
  • Atención quiropráctica: $60-$75 por visita, una o dos veces al mes

¡Eso es entre $220 y $450 al mes! Durante un año, estaba viendo entre $2,640 y $5,400. ¡Uf!

Sabía que algo tenía que cambiar. No me malinterpreten, valoro la atención profesional. Pero necesitaba una solución más sostenible para mi cuenta bancaria y mi cuerpo.

Fue entonces cuando decidí invertir en un masajeador de cuello y hombros de calidad. Al principio, el precio inicial me pareció elevado, pero aquí está la gracia: se amortizó en menos de dos meses, en comparación con lo que gastaba en tratamientos.

Ahora, en lugar de apresurarme a pedir cita cada vez que me azota la tensión, tengo el alivio al alcance de la mano. Uso mi masajeador a diario, a menudo mientras trabajo o veo la televisión. El alivio constante y regular ha marcado una gran diferencia en mi nivel de comodidad general.

Esto es lo que he ganado:

  1. Libertad financiera: Mi presupuesto para masajes y quiropráctico ahora puede destinarse a otras prioridades (¡hola, fondo de vacaciones!).
  2. Conveniencia: No más problemas de programación ni tiempos de viaje para citas.
  3. Frecuencia: Puedo usar el masajeador tan a menudo como lo necesite, no sólo cuando pueda permitirme una sesión.
  4. Mejora a largo plazo: El tratamiento regular y constante ha producido una mejor salud muscular general.

No me malinterpreten, todavía reservo un masaje profesional de vez en cuando como un capricho. Y si tengo un problema específico, consulto con mi quiropráctico. Pero, ¿para el mantenimiento y alivio diario? Mi fiel masajeador de cuello lo cubre.

Si te encuentras en el mismo círculo vicioso de tratamientos costosos que yo, considera probar un masajeador personal. Tu cuello, hombros y tu cuenta bancaria podrían agradecerte.

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